Abre los ojos y dime qué ves. ¿Te reconoces? ¿No? Curioso, esa eres la verdadera tú. Anda, vuelve a mirar, pero esta vez hazlo bien.
La expresión de tu rostro no tiene precio.
¿No dices nada? No, ya suponía que no tendrías nada que decir.
¿Cómo dices? ¿Culpa mía? No querida, yo no soy más que tu mísero reflejo. La realidad alterna y falsa que hay tras el espejo. Sin vida, sin poder, sin decisión ni cuerpo etéreo al que pertenecer. Una imagen subyugada a ti y a tu insulsa corporeidad. Aburrida y cansada de no poder hacer nada. Aquí encerrada, asfixiándome, debilitándome y comenzando a desaparecer.
Entonces, como si de un favor divino se tratase, me doy cuenta de que mi propia inexistencia me permite tener fuerza y la excusa perfecta. Eso, sumado a tus problemas mentales, me invita a salir a jugar.
Yo soy tú, pero tú jamás podrás ser yo. Admítelo, desearías poder hacer lo que hago yo, sin remordimientos ni culpa alguna. Ser la Alicia que se come al conejo y mata a La Reina.
Ahora lávate las manos y cámbiate la ropa. No queremos que nadie vea la sangre y comience a sospechar.
Siempre he encontrado algo raro en el espejo. Eso que tu reflejo te sonría de manera monstruosa me da miedo... Y tu reflejo es una especie de monstruo, en especial porque dice algo cierto: no tiene que vivir con culpas.
ResponderEliminarEl espejo no es más que una vana ilusión de nosotros mismos, una sombra de nuestros deseos ocultos
ResponderEliminarOstia! este creo q si no fue el primero, fue el segundo texto tuyo que leí, y todavía me sigue recordando al duende verde y su conversación con el espejo en la peli de Spiderman XD
ResponderEliminarA mí un espejo siempre me ha parecido fascinante. ¿Qué hay detrás? ¿Quién soy realmente?
ResponderEliminar