• Home
    • Home alternate
    • Blog no sidebar
    • Blog Masonry
    • Pagination
  • About
    • Typography
    • Shortcodes
    • Archives
    • Grid
    • 404
    • Search Results
    • Form Elements
  • Portfolio
    • Portfolio single
  • Gallery
    • Gallery single
  • Contact

A Pray for Forgiveness

Leara Martell. Con la tecnología de Blogger.

Flickr Images

Like us on Facebook

Segunda propuesta. Esta vez de parte de Nolwenn . Por más que te empeñes voy a seguir llamándote así.
El tema: Part of the Queue - Oasis. Como la última vez, recomiendo escuchar el tema de fondo al leer el texto.

DECADENCIA

Tirado sobre el suelo y desnudo, se sentía más vivo de lo que lo había estado en toda su vida. El mundo había pasado de ser una ilusión real llena de normas y estúpida moralidad, a ser colores mezclados entre sí, sombras en movimiento y el aroma de la libertad. Jamás se había sentido tan bien, ni la primera vez que había besado a una chica ni cuando le hizo el amor, ni siquiera la primera vez que se subió al escenario y vio a la multitud coreando su nombre.
Marcó con sus dedos el compás de la canción que sonaba en su cabeza. Nadie se había despertado aún y el olor de la carne pasada desde hacía tres días era insuficiente para acabar con el buen humor con el que él había vuelto a la vida.
-The streets and the thousands of colours all bleed into one –tarareó.
Una mano pequeña y fría se deslizó cadera abajó. Aún con los ojos cerrados, él sonrió, satisfecho consigo mismo y con el éxito que había alcanzado en tan poco tiempo. Otra mano también tocó su piel desde el otro lado. El tipo sólo se dejó hacer mientras seguía inmerso en su música… su sueño… su realidad.
Ahora que ya estaba allí, el camino que había recorrido no le parecía tan difícil. Noches de frío bajo la lluvia después de tocar en un bar de pueblo, hambre cuando sus letras no eran suficiente para alimentarlo, frialdad en el rechazo de hombres y mujeres. Todo eso ya había quedado atrás. Su rostro era el que ahora ellas deseaban y ellos envidiaban. Su voz la que hacía temblar más de una rodilla. Y sus acordes los que mojaban alguna que otra braga.
El éxtasis volvió en forma de fuegos artificiales y viajes astrales.
-¿Dónde está? –susurró una de las rubias junto a su oreja.
Él se movió sin hacerle apenas caso.
¿Eran palabras eso que ella pronunciaba o simples ideas de una mente a otra? ¿Era esto lo que sentía Kesey en sus múltiples viajes con sus Alegres Bromistas?
¡Era una jodida maravilla!
-¡Que dónde está! –volvió a repetir con más fuerza.
Estaba enfadada, desesperada, pero eso a él le dio igual.
-Me tomé el último pico hace un rato.
-¡¿Qué?!
-¿No es maravilloso?
Porque ya no le hacían faltas las manos de una mujer para conseguir placer…
Porque su percepción había aumentado y ahora el mundo era un lugar maravilloso lleno de elefantes rosas…
Porque había hecho de la música su vida y su vida lo había llevado hasta ella…
Porque ahora él era invencible e inalcanzable. En lo alto de la ola…
Y porque en aquel estado, las leyes de la física le importaban una mierda. Él no caería, no sucumbiría, sus quince minutos de fama durarían para siempre…
Empezamos con las recomendaciones musicales. Este primero es cortesía de Philharmonie.

-La canción: Ruby Tuesday de Los Rolling. Aconsejo leer el texto con la canción de fondo.


-¿Dónde estoy? –susurró con cierto temor.
El ruido de unos pasos a su espalda le hizo girarse. El miedo infantil a la oscuridad pronto quedó sustituido por la sorpresa y la fascinación ante el hombre que encontró. Sonreía, de una manera extraña y triste, pero eso el niño no lo notó.
Se acercó hasta él y lo miró de arriba abajo, escrutándolo, trabajando para que su limitado entendimiento pudiera encontrar una explicación a porqué un payaso se encontraba frente a él en una habitación a oscuras. Una habitación sin paredes ni límites que él pudiera determinar. El niño alzó el brazo y tocó la pintura blanca de la cara del hombre, borrando con su dedo la lágrima negra dibujada bajo su ojo. Dio un paso atrás y sonrió satisfecho ante lo que había hecho.
-¿Estás triste? –su voz era quizás demasiado chillona para su corta estatura, pero eso no evitó que la sonrisa de medio lado del desconocido se ampliara.
Él negó con la cabeza.
-Entonces no deberías llorar.
-No lo hago –le respondió con una reverencia.
Era un payaso extraño, pensó el chiquillo. Un payaso incapaz de hacer reír.
-Sí que estabas llorando –el niño levantó su dedo manchado de blanco y negro y se lo mostró. Su tono de voz cambió. -¿Vas a decirme ahora dónde estoy? Quiero volver con mi mamá.
El payaso lo miró a los ojos y lo atrapó en ellos. Sus manos comenzaron a moverse con rapidez y movimientos exagerados y deliberados, tal y como lo haría un mago con chistera encima de un escenario. Curioso, el niño lo miró mientras sus ojos seguían aquella danza frenética y enigmática. Los guantes blancos hablaron sin palabras, prometieron sin voz, se retorcieron y la sonrisa mellada del muchacho le confirmaron que habían cumplido su misión. En sus manos, un muñeco de trapo con un solo ojo y ajado apareció.
-¡Martín! –gritó el niño y se lanzó a por él.
Sin poder creérselo, lo tomó entre sus manos y lo alzó. Lo acunó en sus brazos y lo acarició con una devoción que conmovió al payaso. Dos lágrimas solitarias resbalaron por las mejillas pálidas y frías del niño.
-Creía que mamá lo había tirado hace tiempo.
-Lleva esperándote mucho tiempo. Aquí. Sabía que volverías a por él –se arrodilló frente al niño y esta vez fue su turno de borrar las marcas saladas de aquel rostro salpicado de pecas. -¿Por qué lloras? Creía que esto te haría feliz.
-Soy feliz –dijo llanamente. –Aunque sé que no debería. Mamá se va a enfadar conmigo. Me repitió… -sin resistirlo más rompió a llorar con fuerzas, allí plantado, indefenso y sin la seguridad con la que había gozado toda su vida.
El payaso lo miró desconcertado. El muchacho se sorbió con fuerza la nariz y con la manga de su jersey arrastró lágrimas, mocos y miedo. A los pocos segundos, se atrevió de nuevo a abrir los ojos y a mirar de nuevo a aquel desconocido.
-Me prohibió salir de la casa y subirme al árbol del jardín. –dos corazones se partieron en aquel momento y una lágrima negra volvió a dibujarse sobre el talco blanco. –Pero no le hice caso. Yo sólo quería ser un pájaro. Volar lejos, alcanzar las nubes y las estrellas. Quería cantar, extender mis alas y volar.
-Lo sé, pequeño –su mano vacilante se posó sobre su cabeza y le revolvió el pelo.
-Mamá se va a enfadar por desobedecerle –repitió el niño, asustado.
-No se va a enfadar.
-¿Me lo prometes? –el niño estrechó al muñeco con más fuerza contra su pecho, buscando en él el consuelo que necesitaba.
-Te lo prometo.
El niño volvió a mirarlo fijamente, con sus enormes ojos verdes.
-Tampoco quiero que llore –musitó, rindiéndose a la evidencia.
-Ella no está llorando.
-Pero lo hará. Lo sé.
El payaso volvió a incorporarse y tomó al niño de la mano. No dijeron nada mientras caminaron, cada uno sumido en sus propios pensamientos y sus culpas. Martín colgando de la mano libre del niño, rozando el suelo con el trapo que le servía de vestido. Los tres llegaron hasta una enorme puerta blanca con una aldaba dorada justo a la altura del niño. Éste miró atentamente el destello que arrancaba una luz extraña y antinatural de la pieza y luego miró a su acompañante, aún agarrado de su mano.
-¿Qué hay detrás?
-No lo sé –respondió encogiéndose de hombros. –Pero hay alguien que espera por ti.
-¿Alguien? –susurró el muchacho soltándose de la mano y llamando a la puerta.
-Alguien que huele a tarta de manzana y canela.
La puerta se abrió con una lentitud casi pasmosa. El calor y un olor familiar invadió todos y cada uno de los sentidos del niño que, sin poder creérselo, volvió a empapar sus ojos. Conocía bien aquella cocina, aquellas cortinas, aquella sensación de paz y seguridad. La conocía, por eso se obligó a no confiar en lo que sus sentidos le estaban gritando.
No podía ser real.
-Antonio, si te quedas ahí se te va a enfriar –aquella voz…
-¿Abuela?
El niño dio un paso hacia delante y la puerta se cerró tras él. Y un único deseo pasó por la mente del payaso al mismo tiempo que la lágrima desaparecía de su rostro.
Ojalá todos fueran tan fáciles…

Eres nuevo, ¿verdad?
Bienvenido seas, pues, a La Sombra Escarlata, ciudad de perdición en la frontera entra la Locura y el Placer.
Que no te acobarde mi aspecto, no muerdo si no quieren.
Es deliciosa, ¿sabes? Tu alma. Puedo olerla desde aquí. Un manjar que será codiciado por cuantas bocas infestas y hambrientas encuentres en estas calles. Les atraerás y te arrebatarán esa Pureza e Inocencia tan monas, sentimientos que no abundan demasiado cruzada ésa línea y que quedan totalmente prohibidos en este tugurio.
A pesar de todo, lo creas o no, también tenemos nuestras cosas buenas, muy buenas. En un éxtasis tardío y duradero, jugarás con La Lujuria y La Gula. Te lo aseguro, no serán los únicos pecados que conozcas por aquí, pero sí los más divertidos. Trabarás una profunda amistad con la Ira y alzarás tu Orgullo hasta un punto apoteósico. Te olvidarás del Perdón y le rezarás a la Muerte para que cada día se olvide de ti.
¿Sigues dispuesto a cruzar la Línea hacia el Edén?
Prometo que no te va a doler. No demasiado.

Abre los ojos y dime qué ves. ¿Te reconoces? ¿No? Curioso, esa eres la verdadera tú. Anda, vuelve a mirar, pero esta vez hazlo bien.
La expresión de tu rostro no tiene precio.
¿No dices nada? No, ya suponía que no tendrías nada que decir.
¿Cómo dices? ¿Culpa mía? No querida, yo no soy más que tu mísero reflejo. La realidad alterna y falsa que hay tras el espejo. Sin vida, sin poder, sin decisión ni cuerpo etéreo al que pertenecer. Una imagen subyugada a ti y a tu insulsa corporeidad. Aburrida y cansada de no poder hacer nada. Aquí encerrada, asfixiándome, debilitándome y comenzando a desaparecer.
Entonces, como si de un favor divino se tratase, me doy cuenta de que mi propia inexistencia me permite tener fuerza y la excusa perfecta. Eso, sumado a tus problemas mentales, me invita a salir a jugar.
Yo soy tú, pero tú jamás podrás ser yo. Admítelo, desearías poder hacer lo que hago yo, sin remordimientos ni culpa alguna. Ser la Alicia que se come al conejo y mata a La Reina.
Ahora lávate las manos y cámbiate la ropa. No queremos que nadie vea la sangre y comience a sospechar.

No te atrevas a repetirlo.
Deja de mirarme de esa manera.
¿Acaso eres incapaz de ver lo equivocada que estás sobre mí? ¿Sobre todo?
No quise darme cuenta antes, o quizás es que no me dejaste advertirlo desde un principio, pero mi dependencia hacia ti, me asfixia, me ahoga y me consume hasta el abismo. Es tu mirada de fascinación lo que me hiela el alma, mientras una y otra vez me pregunto qué demonios es lo que puedes querer de mí.
¿Cómo eres capaz de envidiar la vida de un monstruo?
Sí, me has oído bien, un monstruo. No puedes negar que me idolatras sin saber apenas nada sobre mí; me anhelas junto a ti en cada incesante segundo de tu miserable existencia sin considerar el peligro que yo pueda resultarte; incluso, ahora que por fin he hallado el valor para sincerarme, has llegado a gritar mi nombre en sueños en un vano intento de hacerme acudir a ti… pero a pesar de todo, lo que curiosamente más me afecta es la expresión de tu rostro, tus ojos pardos buscando en mí el más mínimo punto de flaqueza por el cual puedas acceder a mi interior.
¿No comprendes que de mí lo único que podrías llegar a obtener no es más que destrucción? ¡Tu propia destrucción!
Esta vez, a diferencia de otras tantas, no tengo la más mínima intención de mentirte. No es por ti, puedo asegurártelo, y aunque te suene a tópico, soy yo, dudo que mi propia naturaleza me permita amar a alguien. No te lo digo para herirte, sino más bien justo lo contrario, prefiero que conozcas la verdad ahora y no cuando ya sea demasiado tarde. Este tiempo me ha permitido conocerte un poco mejor, y creo que ya conozco como piensas y actúas. Olvídame, no es una orden sino un consejo, aléjate de mí antes de que sea demasiado tarde y ya no puedas volver atrás.
¿Por qué sigues empeñada en el dolor?
El dolor que siento al hundirme en tu mirada y al darme cuenta que soy incapaz de darte todo y cuanto mereces, todo cuanto ansías de mí. El dolor que puedo adivinar en tu roce y en tus tristes palabras. Te lo advertí, te dije que llegaría este día, ¿y tú me hiciste caso? ¿Para qué? Te avisé sobre esas palabras, sobre la repercusión que tendrían, pero tú hiciste caso omiso de mis consejos, y mírate ahora…
¿Dónde está la pequeña niña del principio?
La perdiste y ya jamás volverás a recuperarla, ya nunca más volverás a ser la de antes. Todo es culpa de esa maldita frase, su sonido aún me hiere, tu voz susurrándomela una y otra vez…
“Te amo”
Por favor, no te atrevas a repetírmelo.
  • ← Newer Posts

About Me

MyFreeCopyright.com Registered & Protected
Labels
  • angst (7)
  • confórt (1)
  • fantasía (1)
  • horror (3)
  • premio (1)
  • tristeza (1)

Instagram

Facebook

Popular Posts

  • La lágrima del Polichinela
    Empezamos con las recomendaciones musicales. Este primero es cortesía de Philharmonie . -La canción: Ruby Tuesday de Los Rolling. Aconsejo ...
  • Carta a un maltratador
    Me lo quistaste todo en vida y aún así sigues negándome el consuelo del olvido eterno. Me sumergiste en un mundo de odios y sangre, dolor, l...
  • No te atrevas a repetírmelo
    No te atrevas a repetirlo. Deja de mirarme de esa manera. ¿Acaso eres incapaz de ver lo equivocada que estás sobre mí? ¿Sobre todo? No quis...
  • El canto de la Valquiria
    EL CANTO DE LA VALQUIRIA Los cuernos de guerra resonaron con fuerza cuando el trueno partió el cielo en dos. Alentando, incitando… adivinand...
  • El Espejo
    Abre los ojos y dime qué ves. ¿Te reconoces? ¿No? Curioso, esa eres la verdadera tú. Anda, vuelve a mirar, pero esta vez hazlo bien. La expr...
  • La Bruja y el Dios
    LA BRUJA Y EL DIOS Oigo el aullar del lobo más allá de las colinas y sonrío mientras mantengo mis ojos cerrados para evitar que éstos quiten...
  • Decadencia
    Segunda propuesta. Esta vez de parte de Nolwenn . Por más que te empeñes voy a seguir llamándote así. El tema: Part of the Queue - Oasis . ...
  • Premio por El Espejo
    Mañana publicaré historia nueva, pero hoy quiero dejaros un premio que me acabo de enterar que he ganado. El relato que presenté fue el de E...
  • Hedonismo Extásico
    Por sugerencia de minigami he escrito este relato con la canción Time is running out de Muse. Como siempre, aconsejo tenerla de fondo mien...
  • Perdición
    Eres nuevo, ¿verdad? Bienvenido seas, pues, a La Sombra Escarlata, ciudad de perdición en la frontera entra la Locura y el Placer. Que no t...

Blog Archive

  • ▼  2009 (10)
    • ►  diciembre (1)
    • ►  noviembre (2)
    • ►  octubre (2)
    • ▼  septiembre (5)
      • Decadencia
      • La lágrima del Polichinela
      • Perdición
      • El Espejo
      • No te atrevas a repetírmelo

About me

Este blog es una vuelta a mis orígenes más antiguos. Aquí vais a encontrar textos míos originales escritos por inspiración o por encargo. Espero que os guste tanto leerlos como a mí me gustó escribirlos.

A Pray for Forgiveness

  • Página principal
Created by ThemeXpose. All Rights Reserved.