Segunda propuesta. Esta vez de parte de Nolwenn . Por más que te empeñes voy a seguir llamándote así.
El tema: Part of the Queue - Oasis. Como la última vez, recomiendo escuchar el tema de fondo al leer el texto.
Tirado sobre el suelo y desnudo, se sentía más vivo de lo que lo había estado en toda su vida. El mundo había pasado de ser una ilusión real llena de normas y estúpida moralidad, a ser colores mezclados entre sí, sombras en movimiento y el aroma de la libertad. Jamás se había sentido tan bien, ni la primera vez que había besado a una chica ni cuando le hizo el amor, ni siquiera la primera vez que se subió al escenario y vio a la multitud coreando su nombre.
Marcó con sus dedos el compás de la canción que sonaba en su cabeza. Nadie se había despertado aún y el olor de la carne pasada desde hacía tres días era insuficiente para acabar con el buen humor con el que él había vuelto a la vida.
-The streets and the thousands of colours all bleed into one –tarareó.
Una mano pequeña y fría se deslizó cadera abajó. Aún con los ojos cerrados, él sonrió, satisfecho consigo mismo y con el éxito que había alcanzado en tan poco tiempo. Otra mano también tocó su piel desde el otro lado. El tipo sólo se dejó hacer mientras seguía inmerso en su música… su sueño… su realidad.
Ahora que ya estaba allí, el camino que había recorrido no le parecía tan difícil. Noches de frío bajo la lluvia después de tocar en un bar de pueblo, hambre cuando sus letras no eran suficiente para alimentarlo, frialdad en el rechazo de hombres y mujeres. Todo eso ya había quedado atrás. Su rostro era el que ahora ellas deseaban y ellos envidiaban. Su voz la que hacía temblar más de una rodilla. Y sus acordes los que mojaban alguna que otra braga.
El éxtasis volvió en forma de fuegos artificiales y viajes astrales.
-¿Dónde está? –susurró una de las rubias junto a su oreja.
Él se movió sin hacerle apenas caso.
¿Eran palabras eso que ella pronunciaba o simples ideas de una mente a otra? ¿Era esto lo que sentía Kesey en sus múltiples viajes con sus Alegres Bromistas?
¡Era una jodida maravilla!
-¡Que dónde está! –volvió a repetir con más fuerza.
Estaba enfadada, desesperada, pero eso a él le dio igual.
-Me tomé el último pico hace un rato.
-¡¿Qué?!
-¿No es maravilloso?
Porque ya no le hacían faltas las manos de una mujer para conseguir placer…
Porque su percepción había aumentado y ahora el mundo era un lugar maravilloso lleno de elefantes rosas…
Porque había hecho de la música su vida y su vida lo había llevado hasta ella…
Porque ahora él era invencible e inalcanzable. En lo alto de la ola…
Y porque en aquel estado, las leyes de la física le importaban una mierda. Él no caería, no sucumbiría, sus quince minutos de fama durarían para siempre…
El tema: Part of the Queue - Oasis. Como la última vez, recomiendo escuchar el tema de fondo al leer el texto.
DECADENCIA
Tirado sobre el suelo y desnudo, se sentía más vivo de lo que lo había estado en toda su vida. El mundo había pasado de ser una ilusión real llena de normas y estúpida moralidad, a ser colores mezclados entre sí, sombras en movimiento y el aroma de la libertad. Jamás se había sentido tan bien, ni la primera vez que había besado a una chica ni cuando le hizo el amor, ni siquiera la primera vez que se subió al escenario y vio a la multitud coreando su nombre.
Marcó con sus dedos el compás de la canción que sonaba en su cabeza. Nadie se había despertado aún y el olor de la carne pasada desde hacía tres días era insuficiente para acabar con el buen humor con el que él había vuelto a la vida.
-The streets and the thousands of colours all bleed into one –tarareó.
Una mano pequeña y fría se deslizó cadera abajó. Aún con los ojos cerrados, él sonrió, satisfecho consigo mismo y con el éxito que había alcanzado en tan poco tiempo. Otra mano también tocó su piel desde el otro lado. El tipo sólo se dejó hacer mientras seguía inmerso en su música… su sueño… su realidad.
Ahora que ya estaba allí, el camino que había recorrido no le parecía tan difícil. Noches de frío bajo la lluvia después de tocar en un bar de pueblo, hambre cuando sus letras no eran suficiente para alimentarlo, frialdad en el rechazo de hombres y mujeres. Todo eso ya había quedado atrás. Su rostro era el que ahora ellas deseaban y ellos envidiaban. Su voz la que hacía temblar más de una rodilla. Y sus acordes los que mojaban alguna que otra braga.
El éxtasis volvió en forma de fuegos artificiales y viajes astrales.
-¿Dónde está? –susurró una de las rubias junto a su oreja.
Él se movió sin hacerle apenas caso.
¿Eran palabras eso que ella pronunciaba o simples ideas de una mente a otra? ¿Era esto lo que sentía Kesey en sus múltiples viajes con sus Alegres Bromistas?
¡Era una jodida maravilla!
-¡Que dónde está! –volvió a repetir con más fuerza.
Estaba enfadada, desesperada, pero eso a él le dio igual.
-Me tomé el último pico hace un rato.
-¡¿Qué?!
-¿No es maravilloso?
Porque ya no le hacían faltas las manos de una mujer para conseguir placer…
Porque su percepción había aumentado y ahora el mundo era un lugar maravilloso lleno de elefantes rosas…
Porque había hecho de la música su vida y su vida lo había llevado hasta ella…
Porque ahora él era invencible e inalcanzable. En lo alto de la ola…
Y porque en aquel estado, las leyes de la física le importaban una mierda. Él no caería, no sucumbiría, sus quince minutos de fama durarían para siempre…